miércoles, 1 de marzo de 2017

La preocupaciones no aportan nada. Debemos ocuparnos de nuestros problemas, no preocuparnos.


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Las preocupaciones son algo que nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida, porque creemos que con ella podemos cambiar las cosas que nos hacen sufrir.

Nos preocupamos por una infinidad de cosas que rodean nuestra vida: nos preocupa nuestra salud, los hijos, el dinero, nuestro trabajo o la falta de él, la muerte, lo que puedan pensar los demás, envejecer y a veces nos preocupa, el no tener nada por lo que preocuparnos. Nuestra sociedad fomentan las preocupaciones, así cuando queremos a alguien decimos: “por supuesto que estoy preocupado por ella/el, es natural cuando quieres a alguien”, lo entendemos como forma de interés.
Y todo ello no sirve para nada: ni un sólo momento de preocupaciones logrará mejorar las cosas.

La preocupaciones no aportan nada. Debemos ocuparnos de nuestros problemas, no preocuparnos.

La mayoría de veces no nos damos cuenta que gran parte de nuestras preocupaciones se refieren a cosas sobre las que no tenemos absolutamente ningún control. Puedes pasarte el resto de tu vida preocupándote por el futuro, y por mucho que te preocupes no cambiarás nada.
La preocupación significa dar vueltas inútiles a un asunto, sin poner ningún tipo de solución, al contrario, provocando precisamente lo que no queremos que ocurra. Y así solemos pasarnos la vida preocupándonos por si estos ” y si…” se cumpliesen.
Veamos la diferencia cuando nos ocupamos y cuando nos preocupamos. Por ejemplo, ante la preocupación que: ” Y si tengo un accidente cuando me vaya de viaje”.

Cuando nos ocupamos:

  • Ponemos el coche a punto y lo revisamos antes de partir.
  • Descansamos y dormimos lo suficiente para poder estar despejados y tranquilos.
  • En el momento de salir nos ponemos el cinturón de seguridad y ajustamos los asientos y los espejos retrovisores.
  • Ya en carretera tomamos todas las preocupaciones posibles que estén bajo nuestro control: mantener una velocidad adecuada, respetar las señales de tráfico, parar para descansar cada dos horas, no hacer adelantamientos imprudentes, etc…
Si mantenemos todas estas precauciones es muy posible que lleguemos a nuestro destino sin ningún problema, ya que nos hemos ocupado de poner en práctica todas las medidas de seguridad que dependen de nosotros, que están bajo nuestro control.

Cuando nos preocupamos:

      • Ponemos el coche a punto y lo revisamos antes de partir, pero pensamos que algo falla, cualquier pequeño ruido nos pone alerta y pensamos que nos va jugar una mala pasada durante el viaje.
      • Ni descansamos ni dormimos lo suficiente porque pensamos que algo malo va a suceder, que vamos a tener un accidente, que el coche se va a romper, etc…
      • En el momento de salir nos ponemos el cinturón de seguridad y ajustamos los asientos y los espejos retrovisores, eso sí, con las manos temblorosas por nuestro miedo.
      • Ya en carretera nos ponemos en sobreaviso, vamos muy pendientes de lo que van haciendo los demás, si uno adelanta, si otro va muy deprisa, si otro se salta un ceda el paso, y por supuesto, no hay quien se salve de insultos y pitos; con ello nos ponemos nerviosos, tensos, irritados, nos molestan todas las conductas y por supuesto nuestra atención se desvía entonces pensando más en lo mal que lo hacen los demás que en lo que nosotros hacemos, poniéndonos en riesgo.

Como vemos, las preocupaciones no solucionan nada, más al contrario, nos impide y nos anula nuestras habilidades, nuestras destrezas, nuestros sentidos y nuestra serenidad.

La primera y peor consecuencia de la preocupación es que puede provocar aquello que tanto tememos, ya que, nos quedamos inmovilazados, paralizados, incapaces de buscar soluciones para mejorar las cosas. Además, la preocupación pone a una persona tensa y nerviosa. Llegando a enfermar somatizando en su cuerpo toda esa tensión.

En resumen:

    • “Debemos ocuparnos de nuestros problemas, no preocuparnos. Las preocupaciones no aportan nada”
    • “Ocuparnos” significa comprender los problemas y tomar con calma las medidas para solucionarlos
    • “Preocuparnos” significa dar vueltas enloquecedoras e inútiles a un asunto.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Lo que podemos dar y aprender cuando tenemos un familiar hospitalizado





Son muchas las familias que, por diferentes circunstancias de la vida, les toca atravesar momentos difíciles como el de tener un familiar hospitalizado. Pese a todo el dolor, sacrificio, tiempo y desvelo que esto conlleva, existen también muchas cosas positivas que podemos sacar, al pasar por situaciones así.
Toda experiencia, las buenas y las no tan buenas, nos dejan grandes lecciones y enseñanzas de vida. Lo importante es saber reconocerlas y aprender de ellas. te dejamos algunas lecciones:

- Dejar a un lado las comodidades

Quizás eres de las personas que les cuesta salir de su zona de confort. Pero al pasar por momentos como estos, posiblemente te tocará dejar a un lado las comodidades. Te tocara pasar largas horas en la sala de espera, donde no tendras privacidad absoluta.

- Hacer buenas relaciones

Si socializarte es un problema para ti, debes comenzar por abrirte paso a cultivar buenas relaciones con todos los que te rodean. Hacerte amiga de los vigilantes, enfermeras, doctores e intendentes. Esto te facilitara el poder por conseguir un poco más de información, atención hacia el paciente, incluso el beneficio de poderlo ver aun cuando no era el horario de visitas.

 - Brindar ayuda y consuelo

Siempre habrá alguien a tu alrededor con alguna necesidad, tanto económica, como emocional. conviviviras alrededor de muchas otras familias vecinas, con pacientes internados allí. Compartir el dolor ajeno,va s ser parte del día a día.

- Morir a ti
 
Significa dejar a un lado tus placeres, satisfacciones, anhelos, para que otros sean felices en tu lugar. Como por ejemplo descansar en las tardes luego de haber trabajado desde la madrugada. Eso dejó de ser una prioridad: lo único que uno quiere era estar junto a su familiar en todo instante posible para poder cuidarlo, la mayor satisfacción se convierte en poder atenderlo, darle de comer, entre otras cosas. Esos eran los momentos más valiosos, porque son los únicos que se puede aprovechar para estar cerca de él.

- Valorar
 
Contar con la ayuda y esfuerzo que te bridan otras personas, sin duda es algo digno de valorar. Se aprende a valorar el tiempo que se puede pasar con el familiar, ya que no se sabe si son las últimas horas que podía tener para estar con él. Valorar a las personas que fueron de gran apoyo (amigos, compañeros), valorar a la familia y las bondades que Dios nos regala cada día.

Son muchas las enseñanzas que podemos recibir y no cabe duda que atravesar por acontecimientos así forman parte de un proceso en nuestras vidas, donde no solo sufre el afectado, sino también los que estamos del otro lado, aunque de distintas formas. Si este es tu caso, no esperes a que sea demasiado tarde para dar lo mejor de ti. Sácale provecho a cada situación y por sobre todo nunca pierdas la fe, la esperanza y el amor.

Si este es tu caso, no esperes a que sea demasiado tarde para dar lo mejor de ti. Sácale provecho a cada situación y por sobre todo nunca pierdas la fe, la esperanza y el amor.

sábado, 28 de enero de 2017

El maltrato psicológico a la mujer: la mano invisible que golpea



Muchas mujeres creen que si sus esposos no las dejan trabajar o estudiar o les prohíben vestir de determinada manera es porque “ellos son así y lo hacen porque las quieren”.
Sin embargo, estos actos se catalogan como una de las tantas manifestaciones del maltrato psicológico hacia la mujer, cuando hablamos de violencia psicológica no solo nos referimos a los gritos, insultos o malas palabras, sino también a tratos que burlen el aspecto físico o las capacidades intelectuales de la muje.

Desafortunadamente, este tipo de maltrato no cuenta con cifras oficiales, ya que se estima como un hecho asociado a los otros tipos de violencia, es decir, es un antecesor directo que poco reportan las víctimas.

Entre las principales secuelas se señala la pérdida de su autoestima, el miedo a enfrentar a su pareja, poca seguridad en sí misma y la creencia que sin su compañero sentimental no podrán sacar adelante su vida. 
No obstante, el verdadero enemigo es el de sentir normal la violencia porque ya están resignadas a vivir así. Esto se presenta en mujeres que llevan años siendo víctimas en sus propios hogares.

Se define como daño psicológico a toda “acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones y comportamientos de otras personas, por medio de intimidación, manipulación, amenaza, directa o indirecta, humillación, aislamiento o cualquier otra conducta”.

Una vez detectado el maltrato, un abordaje terapéutico es la única forma de interrumpirlo y de poner en marcha un proceso reparador. La Una vez detectado el maltrato, un abordaje terapéutico es la única forma de interrumpirlo y de poner en marcha un proceso reparador.
La terapia familiar focaliza su intervención en las relaciones entre sujetos, no de forma individual. Ayudar a la familia a cambiar sus pautas de comunicación puede hacer que el malestar psicológico desaparezca, siempre y cuando todos los miembros de la familia acepten la situación y estén preparados para fomentar dicho cambio.
Educar las emociones es hoy en día la mejor forma de prevenir el maltrato psicológico en la pareja.terapia familiar focaliza su intervención en las relaciones entre sujetos, no de forma individual.
Ayudar a la familia a cambiar sus pautas de comunicación puede hacer que el malestar psicológico desaparezca, siempre y cuando todos los miembros de la familia acepten la situación y estén preparados para fomentar dicho cambio. Educar las emociones es hoy en día la mejor forma de prevenir el maltrato psicológico en la pareja.

viernes, 14 de octubre de 2016

Como vivir y superar el duelo


La mejor forma de superar la muerte de un ser querido, es aceptar que aunque físicamente ya no está con nosotros, espiritualmente seguirá acompañándonos, seguirá estando vivo/a en nuestro pensamiento, en nuestro recuerdo, en nuestro quehacer diario. Recordar con cariño todos los momentos vividos puede ser nuestro mejor homenaje y nos ayudará a aceptar su partida de una forma gradual. No existe un tiempo prefijado para vivir el duelo. Cada cual necesitará el suyo, a pesar de que muchas veces nuestros familiares y amigos nos apremien porque quisieran vernos mejor.
Integrar el duelo es todo un proceso que conlleva reconocer el dolor que nos produce la pérdida, aceptar que nos duele, aceptar las ausencias, aceptar que ha muerto, llorar, llenar espacios vacíos, recordarle con cariño, e iniciar progresivamente el camino de regreso a la realidad y a nuestro propio orden de las cosas.

El duelo pasa por las siguientes etapas:

- Negación: No creemos que sea cierto, esto nos permite amortiguar el dolor ante una noticia tan traumática como puede ser la muerte de un ser querido. Esta defensa provisional pronto podrá ser sustituida por una aceptación parcial de la realidad.

- Ira: La negación es sustituida por la rabia y el resentimiento, surgen todos los porqué… la ira se desplaza en todas direcciones y nos quejamos sistemáticamente. De forma injusta la consecuencia de esta “ira” la sufren los seres que tenemos al lado. Más tarde, llega de nuevo el dolor y las lágrimas, la culpa, la vergüenza… Es importante que la familia y los amigos no tomen esa ira como algo personal, ya que esto podría fomentar actitudes hostiles que agravarían la situación.

- Negociación: Surge la necesidad de llegar a un acuerdo con la gente y con Dios, que nos ayude a superar el trauma.

- Depresión: Cuando termina la fase de negación, nos debilitamos, adelgazamos, aparecen otros síntomas y nos sentimos invadidos por una profunda tristeza. Es un estado en general transitorio que nos prepara para la aceptación de la realidad. Es contraproducente que intenten animarnos cuando estamos en esta fase, ya que lo que necesitamos es expresar nuestro dolor y sentirnos aceptados y comprendidos. Es una etapa en la que se necesita mucha comunicación y acercamiento. Tal vez nos transmitan más si acarician nuestra mano o si permanecen en silencio a nuestro lado.

- Aceptación: Si hemos pasado por las distintas etapas anteriores, contemplaremos el devenir con más tranquilidad. Pero la aceptación no es una etapa feliz, en un principio está casi desprovista de sentimientos. Empezamos a sentir paz y ya no sentimos tanta necesidad de hablar de nuestro dolor. La vida se va imponiendo. Ayuda el buscar una actividad gratificante que nos permita ocupar nuestro tiempo.

Pasados unos tres o cuatro meses, si nuestro estado de ánimo persiste y nos sentimos incapaces de seguir con nuestras actividades y enfrentar la vida, conviene buscar ayuda psicológica.
Es importante recordar que existen motivos para estar alegres, no vaya a ser que a fuerza de sentirnos amargados, vayamos aprendiendo la técnica y la practiquemos cada vez más, convirtiéndonos en unos “expertos amargados”, ya que como todas las técnicas, ésta también se aprende y se va instalando en nosotros hasta hacerse crónica.

Tendemos a centrarnos en las personas que faltan y sentirnos desdichados pero en medio del dolor que nos producen los recuerdos del pasado, olvidamos disfrutar los momentos presentes con los seres que tenemos al lado. Puestos a pensar, seguro que no tardamos en darnos cuenta de que existen numerosas razones para agradecer. También ésta es una técnica que podemos aprender, y generar así emociones más saludables y positivas.

IpsClinica

jueves, 25 de agosto de 2016

El Éxito


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Normalmente el ser humano tiende a ver el éxito en los demás y compararlo con el éxito propio, este ejercicio puede resultar frustrante cuando se advierte que los otros están llenos de logros que no se ven en el propio acontecer, así, es fácil caer en pensamientos tales como: “Mi hermano es exitoso porque tiene un trabajo que Yo no tengo”, “Mi amigo consiguió la pareja que Yo hubiese querido” o simplemente, “Ese hombre tiene tanto dinero y debe ser muy feliz” etc.….. y un largo etcétera.
Este análisis puede ser común a la mayoría de las personas que se lo plantean, pero carece de lo más obvio y que es “La perspectiva”, porque quizás muchos de los supuestos “exitosos” pueden tener la misma percepción respecto de sus carencias y considerar exitoso a quien no se siente así. Entonces podemos aventurarnos a decir que: “El Éxito tiene que ver, en cómo te ven los otros, más que por una mirada interna y nos hace falta la perspectiva del observador “
Para dar una pista de solución a este dilema, podemos ayudarnos de la siguiente manera:
1.-Rescatar cada pequeño éxito que tengamos….. en cualquier área. (Aunque sean éxitos que no lo parezcan, como por ej…Soy bueno (a) jardineando, sacando puzles, cocinando, analizando películas, hablando idiomas, etc.)
2.-Luego extrapolar esos éxitos a toda nuestra experiencia vital y darle una utilidad.
3.-Sentir cada pequeño éxito como algo único y propio y desde allí volver al ejercicio del principio.
La pregunta ahora es: esa persona será tan buena como Yo en esta actividad? O en estas actividades?
Quizás la respuesta no la sepamos nunca, pero ya hemos logrado construir una mirada interna respecto de los logros, capacidades y aptitudes que tenemos, lo cual nos lleva indefectiblemente a posicionarnos desde esa perspectiva inicial y nos daremos cuenta de que, podemos estar en la mente de los demás como personas exitosas.

 Germán Astudillo Del Villar

 

jueves, 18 de agosto de 2016

Consejos para responder a los hijos cuando exigen más tiempo a sus padres




Yo creo que siempre es insuficiente el tiempo que tienes parta dedicarles a tus hijos y ellos en el momento menos pensado, te reclaman esa ausencia, dice Francisco de 37 años, padre de dos niños  de 6 y 8 años . Mi hija menor tiene claro el cuento de mi trabajo y los turnos. Pero la semana pasada me llamo y me dijo: Papá, casi no te veo en la casa, siento que tengo solo mamá. Me sentí muy mal, confiesa.

La demanda de más tiempo de los niños a sus padres es cada día mayor, porque las jornadas laborales son más extensas para ambos padres. Como resultado el contacto con los niños se ha visto disminuido, lo que plantea la necesidad de una nueva modalidad de relación familiar que requiere de ajustes importantes, dice María Amelia Barrera, psicóloga infanto-juvenil.

Queja emocional

Es una queja emocional de los niños, asegura Paz María Lagos, psicóloga infanto-juvenil, es frecuente en consulta y además suele ser la base de muchos problemas conductuales que presentan los menores ¿pero cómo responder a esa demanda de tiempo? Una forma de enfrentarlo es tomar conciencia de que esa queja infantil es importante.
En el momento es bueno decirle a los hijos cuán importantes son a pesar de que llegan tarde después del trabajo y preguntarles que necesitan y como pueden mejorar. De acuerdo a las posibilidades de cada uno, disponer de más tiempo para ellos y mejorar la relación con los hijos priorizando la comunicación.
Es esencial, concuerdan las especialistas que los padres aprendan a relacionarse con sus hijos de manera afectiva y no efectiva. Los papás, comenta Lagos, usan como expresión del afecto la preocupación del bienestar físico, material e intelectual de sus hijos y dejan de lado la vinculación afectiva directa, el espacio de comunicación familiar, del contacto personal, las caricias, el silencio compartido, los ritos.

Comunicación afectiva

Mas que la falta de tiempo, lo que ocasiona problemas a los niños es no poder contar con los padres, asegura María Amelia Barrera. Es decir, despertar y no estar con ellos, acostarse antes de que los adultos lleguen, tener escaso contacto telefónico y cuando están presentes, mantener la comunicación en los límites de los deberes familiares.
Por eso para mejorar la calidad de la relación, se sugiere simplemente planificar; idear actividades que realmente impliquen pasar tiempo con los niños, como participar en cursos juntos, practicar un mismo deporte, hacer caminatas, juegos al aire libre, armar juguetes y pintar en familia, entre otras cosas. La clave es generar un punto de encuentro mutuo.

Pero también cuando se está en casa se pueden compartir las tareas domesticas con los niños, como cocinar, hacer el aseo, cortar el pasto, junto con las responsabilidades académicas de los hijos. Realizar estas pequeñas modificaciones en los hábitos familiares es útil porque los hijos sienten la presencia de los padres, aunque efectivamente continúen trabajando gran parte del día.

Hábitos familiares

Las sugerencias son muy simples; por ejemplo, acostar a los hijos por lo menos dos o tres veces por semana (turnándose los padres) mirarlos a los ojos cada vez que ellos les hablen a los adultos, almorzar juntos al menos una vez a la semana y compartir los desayunos. Además, hay que generar instancias de relaciones, conversar sobre cómo les fue en el colegio y contarles también como estuvo el trabajo de sus padres.

 Es importante que el tiempo dedicado a los hijos sea de mejor calidad. Eso implica tratar de reírse más y hacerlo juntos, contar chiste, jugar, jugar a las cosquillas , resolver puzzles juntos, leer, ver una buena película y comentarla , caminar o correr con los niños, llamarlos mas seguido por teléfono, escribirle mails, whatsapp durante el día.

jueves, 30 de junio de 2016

La temida “crisis de los 40”


Son las mujeres las que parecen sufrir más cuando llegan a su cuarta década de vida. Esto se debe a que atraviesan una etapa biológica en la que no son ni jóvenes ni viejas. Así, ¿Cómo superar esta crisis o impedir, sencillamente, que aparezca?

Puede que tengas temor de hacerte mayor o de dejar de ser joven. O ambas al mismo tiempo. Lo cierto es que la denominada “crisis de los 40” es sufrida por la gran mayoría de las mujeres y muchos hombres también. En el caso femenino, se suma el hecho de empezar a atravesar la menopausia y los síntomas que conlleva, tanto físicos como psicológicos.

La “crisis de la mediana edad” no aparece justo el día en que la persona sopla las 40 velas, sino que puede desarrollarse un poco antes o algo después. Es tiempo de empezar a analizar qué es lo que se ha hecho hasta ahora y los asuntos pendientes que nos quedan por resolver. Sin duda, en algunos casos la idea del retiro y la jubilación ya ronda por la cabeza (aunque todavía falten dos décadas más para ello en la mayoría de países occidentales).
Características de la “crisis de los 40”
Los expertos indican que existen dos tipos de crisis relacionadas a la edad. Una de ellas es la evolutiva, que tiene que ver con los años que tenemos y nuestros cambios biológicos. La otra es circunstancial, motivada por los cambios en el entorno pero que también nos afecta en lo personal. La crisis de los 40 años está incluida en el primer grupo.

Los síntomas de llegar a las 4 décadas pueden estar acompañados por un cuadro de depresión y ansiedad, especialmente debido a las presiones sociales y familiares al cumplir cierta edad. Por ejemplo, si esa persona aún no se ha casado o tenido hijos, no ha conseguido un buen empleo o no ha comprado su casa, los estudios dicen que tiene una mayor probabilidad de sentirse triste que alguien que haya cumplido con esas pautas culturales.

Los motivos de la crisis de mediana edad son diversos, pero los más frecuentes son: inseguridad, responsabilidad excesiva, rutina desde hace mucho tiempo, parejas conflictivas, darse cuenta de los errores cometidos, aburrimiento, falta de objetivos claros, etc.

Una nueva perspectiva
Sin duda, uno de los signos más importantes de la crisis de los 40 es esa necesidad de volver a ser “jóvenes”, es decir, de tener nuevamente 20 años (o menos). Esto conlleva a la búsqueda de nuevas experiencias, a hacer cosas que antes no se habían animado o podido por diversas razones, vestirse como un adolescente, frecuentar bares o discotecas, etc.
Esta nueva actitud ante la vida puede convertirse en un nuevo despertar maravilloso, en una motivación que nos saque de nuestra rutina y enriquezca nuestras vidas. Pero, también puede provocar una gran nostalgia que nos paralice y haga que empecemos a dormir profundamente sobre aquello que fue, olvidándonos de que tenemos todavía un montón de cosas por hacer.
El cambio positivo que puede emanar de esta crisis procede en gran parte de la aceptación de que ha pasado el tiempo, sin sentimientos de rabia o impotencia. También, procede de no abandonar al presente y al futuro por prestarle pleitesía la pasado. Finalmente, podemos decir que una buena reflexión y un buen rediseño de nuestra vida, que es en realidad lo que nos está pidiendo el cuerpo, harán que sigamos adelante con la sabiduría de ahora y la inquietud joven de antaño.

Dicho lo cual, en puntos concretos, qué podemos hacer frente a esta “crisis”:

Mantener la actitud positiva: No importa que todos te hagan notar que ya estás más “grandecito”, es bueno saber que la edad trae experiencia, anécdotas y conocimientos. Aún tienes muchos años por delante, no vale la pena que te los pases sufriendo.

Disfrutar: La experiencia de haber crecido y pasado por muchos problemas te hace aún más interesante y preparado para lo que continua. Tendrás un mayor auto-control, sabrás las consecuencias de tus actos y no serás para nada un improvisado. Recuerda también que el mejor momento es el aquí y el ahora. No asocies la juventud con la felicidad. En cada etapa de la vida se puede estar alegre y pleno.

Reflexionar: Podría decirse que estás en la mitad de la vida. Es un buen momento para pensar en lo que ya has hecho y también en el futuro, porque aún queda tanto por realizar. Cualquier cambio que desees a partir de ahora, tendrá que ser evaluado y analizado detalladamente.